El experto

En algunas ocasiones he sido la persona encargada de llevar a la realidad los deseos de un cliente, en estas situaciones la línea que separa la ficción y el subrealismo se entrelaza y baila al compás del nivel de ensoñación del empleado de turno.

El cliente te pide una cosa inviable o que requiere más esfuerzo de implementación y formación que la ganancia derivada.

El comercial y el jefe de proyecto asienten sin prejuicios mientras desplazan hacia tí las preguntas técnicas, claro, eres el experto. Eso sí, habla claro y sin esa terminología geek con la que intentas contar las incompatibilidades de lo que piden.

Entonces estás solo.

El cliente pide y todos asienten, aclaran, puntualizan y ese folio – mapa mental tiene tantos tachones que pareces un niño de tres años en su primer día de cole.

En algunos casos la vorágine imáginaria colectiva te alcanza y te conviertes en «el experto».

Dilbert – The vast power of certification

En otros, intentas mantener tu lógica de técnico advirtiendo de los peros y problemas hasta que el argot forma parte básica de la comunicación y recibes la mirada de killer del comercial y el pm.

La información es poder, pero para un neófito es en un arma de doble filo al complicar la explicación de las ideas.

Relación de nivel de confusión según aumenta la información.
Relación de nivel de confusión según aumenta la información.

Explicarle a alguien que lo que pide no es lo que quiere y que lo que quiere es imposible es, en ocasiones, complicado.

Así que recordad a Dilbert cuando os encontréis en una encrucijada similar, no caigáis en la tentación de ceder a las sugerencias de una maraña de legos y utilizad ese pensamiento lateral que han intentado harcerte olvidar.

 

 

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